Un viejo quijano

| |


Capitulo 4
Un viejo quijano




En aquella sala de espera un sonido hacia click cada cierto tiempo, era una caja de color verde pálido, en donde faltaba algunos rayos de luz de aquella tarde tan soleada.
En una esquina donde el sol no reinaba, se encontraba entre las penumbras una triste figura. Entre sonidos de clic que parecían golpes de unas agujas de reloj, nuestro golpeado y maltratado kevin espera su turno para juicio, con una mano escribía los últimos párrafos, lineas y palabras de los “paralelepidos felices” y con otra en la boca devoraba con impaciencia sus uñas.

“y el viejo de la barba dijo antes de morir ,si no tan verdaderas, a lo menos, de tanta invención y pasatiempo, lo logre. “ termino de escribir en su libro de tapa roja y levanto su mirada desde las penumbras hacia la ventana, para ver el paisaje de edificios y el cielo naranja. Hubiera podido admirar mas este lindo cuadro hasta que de la nada la gorda secretaria en una mas de sus sabias deducciones tapara con su esbelta y monumental figura toda la ventana. Todo para acercarse a la maquina del café y ordenar una bebida. Kevin estaba poco obstinado y no solo por aquella decisión tan sindicalista del café, si no también por las muchas veces que se incapacito o que olvido dar un recado al juez.
Mientras el reloj ya casi daba las 5, kevin se levanto y acomodo las mangas de su traje. Acomodo en su lugar la corbata roja y sacudió las pelusas de su pecho, cuando de sorpresa una gran puerta de madera se abrió y como las crónicas de muertos vivientes, camino hacia la luz que de la puerta salía. Al entrar a la gran sala de juicio segado por la luz fue incesantemente golpeado por la luces de todas las cámaras que lo atontaban aun mas. Al momento pudo encontrar la silla y un poco después la cara de la jueza.

En los televisores aparecían un hombre haciendo un resumen general del juicio que mas o menos decía, luego de no haya culpable a Kevin sobre la muerte de su madre y padrastro, el juicio ahora gira entorno al demente Padre Juan se espera que hoy el joven Kevin nos explique lo que paso aquella tarde de viernes santo.

Kevin sudaba por la nariz, los hombros y la boca, sudaba tanto que su camisa blanca estaba ya de un color amarillento. Tomo una bocanada de aire y comenzó:

“aquella tarde cuando resbale en el piso en la misma tarde cuando mi casa ardió en llamas, un poco antes de perder la conciencia vi como una sombra se movió de por detrás de las sillas, esta sombra era el padre Juan y digo que fue el por que traía su vieja y despedazada túnica.”

Kevin que ya esta congelado y aun mas nervioso, no pudo decir nada mas. Bajo de la silla del y se sentó al lado de su abogado.
Cuando ya la abogada del Padre iba a hacer su moción de ultimo momento entro un testigo de inesperado.
Las grandes puertas de madera se volvieron a abrir y a la sala entro una vieja mujer con su bastón en la mano. La cara de todos en la corte era de sorpresa, todas la caras excepto la de kevin.

Capitulo III HyundaI Polarizado

| |


Capitulo III
Hyunday Polarizado


Estaba en misa sentada en la misma banca que utilizaba siempre,era un lunes y la semana santa se acercaba a paso veloz. En las calles los niños corrían libres, con una gran sonrisa en su boca por ser su primer día de vacaciones. Fue en ese momento cuando comencé a notar que algo estaba sucediendo. Ese día la misa le tocaba al padre Ledezma, pero por alguna extraña razón la misa fue dirigida por el obispo Rojas.
El resto de la semana hasta el viernes transcurrió con cierta normalidad. A mi puerta tocaron niños pidiendo comida, drogadictos pidiendo comida y la cruz roja vendiendo tico Bingo, visitas de las cuales ya estaba acostumbrada a negar desde mi ventana y escondida tras la cortina. Pero en realidad esas noches ahora que medito, había algo fuera de lo común, un carro blanco pasaba muy lentamente frente a mi casa, paso todas las noches como a las 10:00. El carro eran un Hyundai polarizado así como muchos que hay en mi barrio, lo único diferente de este, era que no tenia ni una mufla estruendosa o luz de neón hacia el piso, solo lo que el auto debía de tener.
El jueves en la mañana al despertar encontré mi jardín destrozado, las flores que con tanta delicadeza había cuidado estaban cortadas en el piso, al otro lado en sus grandes paredes con alambre de navajas, Cecilia mi vecina me llamaba junto con otras amigas para informarme y advertirme sobre lo que le había pasado en mi jardín. Doña Cecilia lacayo era esposa del un oficial de policía que trabaja el turno de noche, ella me contó algo que nunca me había esperado, al parecer un loko que de paso andaba borracho anduvo corriendo por todo el barrio tirando piedras a los techos de las casa y no solo eso, el loko andaba vestido de cura y al parecer no le gustaron las flores de casa y las arranco todas.

En ese momento el abogado de la defensa se dirigió hacia ella, y pregunto lo que todos querían oír en ese momento.
Y ella respondió.

Bueno en verdad el día del incendio vi cuando el Padre Juan Ledezma salía corriendo de la casa de mi vecino Kevin. Y digo que fue el padre ledezma por que unas horas antes él había tocado mi puerta, vestía su traje que estaba rasgado y majado en los ruedos, su cara estaba lejos de parecer normal.
El hombre que salió corriendo justo antes que la casa de Kevin Saedra ardiera en llamas y matara a su mama y su padrastro, era el mismo Padre Juan que vestía aun su túnica.

En ese momento las cámaras comenzaron a grabar y los resplandores de los flash comenzaron a atacar la cara del la vecina de kevin, a la ves que el Padre Juan arrugaba su cara y torcía sus ojos. Hubieras podido moverse un poco más pero las cadenas que lo amaraban a la silla y los tantos efectivos de seguridad le sostenían a realizar cualquier acción.
Parecía que el juicio ya estaba resuelto, el Padre Juan estaba ya con un pie en la cárcel y otro afuera, pero aun faltaba lo mas importante el testimonio del mismo kevin el único sobreviviente de aquel viernes rojo.

Capitulo II La Increible sienta

| |

Capitulo Dos
La Increible sienta



Bueno te voy a contar “mijita” pero me pones buena atención y no me preguntes muchos detalles, mira que tu vieja abuela ya no tiene esa memoria como la tienes tu pequeña. La abuela se acomodaba en su vieja silla de madera mientas con cierta dificultad dejaba en un estante muy alto lejos de las manos de los niños un libro con la portada “Los paralepipedos felices”.

Era por ahí de los 30 y San Jose era una bella cuidad, yo tenia como 15 años y tu abuelo como 17, éramos todos unos mocos. Una mañana mientras iba para la escuela de señorita, en ese momento interrumpió la niña Preguntando abuela, abuela, ¿por que tan vieja y aun ibas a la escuela? . Mientras en su interior la niña pensaba que su abuela era un poco tonta y tal ves repitió cursos unas cuantas veces. La vieja abuela soltó una risa que limitaba entre lo gracioso y obstinada, después de esto le contesto con una vos cariñosa, no hijita es que en aquella época las mujeres no íbamos al colegio, solo íbamos a la escuela de señoritas, donde te enseñaban a cocinar y a tejer, en otras palabras te enseñaban como ser una buena ama de casa. Pero volviendo a la historia, esa mañana al llegar el tranvía, al parecer deje caer un cuaderno. La verdad yo no recuerdo bien si lo perdí o lo deje tirado pero lo que si me acuerdo es que cuando llegue a mi escuela, y entre a mi clase de planchado de ropa , me di cuenta que no lo llevaba.
Ese mismo día durante un pequeño receso entre costura y cocina, sucedió algo. Yo estaba sentada en banca frente a la calle y estaba comiendo mi emparedado de huevo duro, con una bolsa de fresco de cas que mi mama me había preparado con mucho cariño. Cuando de la nada, un grito irrumpió mi tranquilidad, he hizo caer mi fresco al suelo, al parecer era la secretaria de la escuela que gritaba por la escuela mi nombre.
Al ir a ver que pasaba recibí la noticia que alguien había encontrado mi cuaderno en la calle roja de Sanjose, al volver a ver a mi derecha divise un joven que al parecer era el que recupero mi cuaderno y entones. En ese preciso momento el timbre de la casa sonó y a como pudo, la vieja abuela se dirigió a atender el llamado, mientras tanto la pequeña niña un poco cansada de la historia de su abuela, tomo el control remoto y encendió el Televisor, paso del canal 4 al canal 7, y ese momento parecía que se estaba transmitiendo desde la corte de justicia. En el margen de la pantalla aparecía, el escritor Kevin Saedra absuelto de las muertes. Todo esto antes de que la niña cambiara de canal al no hallar interesante la noticia. La abuela por otro lado estaba batallando con el aparente cartero, que buscaba a un tal Pedro Calvo para entregarle un paquete muy importante, pero al parecer había un problema con la dirección. En el paquete decía 275 metros este de la pulpería color verde y era así, el cartero se encontraba a 275 metros de la pulpería verde, pero ahí no vivía ningún Don Pedro. Luego de discutir con el cartero, la señora en un gran contraataque a alzheimer recordó algo, antes la pulpería que era verde, era de color Amarillo Maggi y pues claro, como a unos Trescientos metros de esa había una pulpería de color verde, que había sido de unos chinos, al parecer tiempo después cerraron el negocio he instalaron un restaurante, video Club y un criadero de ratas. Ya terminado la odisea del cartero, la pequeña y corvada señora se dirigió a donde su nieta. Al entrar a la sala encontró a su querida niña sumida en una increíble siesta, que sin duda le trajo sin ninguna dificultad a su esposo a la conciencia , el mismo niño que había entregado su cuaderno parecía nuevamente estar sobre el sofá.
Al tiempo en que la niña dormía entro su hija, la mama de pequeña niña. Una señora de unos 35, entro a la casa y quitándose el sombrero dijo, no puedo creerlo absorbieron de culpa al tonto escritor , al parecer fue suficiente creíble para la jueza la historia de que cayo al suelo y perdió la conciencia. La abuela bajando el tono de vos y señalando a la pequeña que estaba dormida dijo, yo sabia que era inocente, cuando me visito por primera ves, vi en sus ojos a un gran hombre. A lo que interrumpió su hija de forma muy agresiva, Si pero si no fuera por la tonta caída de ese hombre, mi papa no hubiera muerto quemado.

Los paralepipedos felices

| |



Capitulo Uno


Los paralepipedos felices


Y cuando desperté ya el sol de la tarde entraba por la ventana y el olor a madera quemada era mas fuerte que nunca. Parecía que cada minuto que pasaba mas en aquella ruina de casa, penetraba aun mas el olor a mi nariz.
Eran por ahí de las 4:50 de la tarde y los pericos volaban cerca en busca de sus almendras, a la izquierda de mi mano derecha estaba la paciencia derramada en pequeñas canicas de vidrio que junto con el reflejo rojo del sol parecían pequeñas llamas del feroz incendio que habían quedado aun prendidas. Por un momento mire mis manos que estaba negras de carbon y me di cuenta que mi reloj había dejado funcionar, pero lo mas importante fue que marco las 9:10 de la mañana. La hora exacta cuando aquella tragedia comenzó.
Mi nombre es kevin y tengo treinta años de los cuales 18 vivi en aquella Choza de madera y paja. Recuerdo como Don Sinnombre había comprado un frasco de pintura roja, estilo Hugo Chavez, pasamos toda una tarde pintando el frente y la parte trasera de la casa. Recuerdo que fue tanta la pintura que sobro de un pequeño cuarto de pintura que Don Sinnombre pinto unas piedras que estaba frente a choza, se me viene a la mente cuando pedía un taxi por teléfono, “ aló, sí de Mas por menos trescientos sur, en la casa de piedras rojas”. Lindo pelado se fue a conseguir mi mama.
Siguiendo con las historia era por ahí de las 8:40 de una mañana de viernes santo, en la cocina sonaba el estorboso sonido de una olla cosiendo la carne para la noche, ya llevaba mas de 3 horas con ese incesante y estorboso sonido que penetraba las delgadas paredes de madera, cuando reconocí un sonido muy extraño en la puerta, parecía que alguien la abría. Y cuando finalmente la logro abrir me di cuenta que era algo severamente extraño, era Don sinnombre que logro abrir la puerta, al parecer no estaba borracho dado que todas la cantinas del pueblo estaban cerradas. Como siempre me di media vuelta sin hablarle y me fui a terminar de escribir mi historia de “los paralepipedos felices”. Eran ya las 9:00 de la mañana cuando salí de mi cuarto hacia el patio de la casa, tenia en mente comer unos mangos bien amarillos y así fue, con una mano arranque del palo 2 mango amarillos y grandes. Al tenerlos en la mano recordé a mi papa, que con tanto esmero había sembrado ese pequeño arbolito. Ya con los mangos listo solo faltaba un cuchillo para cortarlos, y es cuando de camino a la cocina me resbalo sobre algo y caigo al piso exactamente a las 9:10 de la mañana como dice mi pobre reloj y pierdo el conocimiento.
Interesante Don kevin dijo el detective mientras se quitaba su gorra del OIJ, pero cuénteme ahora la otra parte dijo mientras de acercaba , la parte donde por alguna razón se volvió loco y encerró a su mama con ese tal Don sinnombre y le predio fuego a la casa.