Capitulo II La Increible sienta

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Capitulo Dos
La Increible sienta



Bueno te voy a contar “mijita” pero me pones buena atención y no me preguntes muchos detalles, mira que tu vieja abuela ya no tiene esa memoria como la tienes tu pequeña. La abuela se acomodaba en su vieja silla de madera mientas con cierta dificultad dejaba en un estante muy alto lejos de las manos de los niños un libro con la portada “Los paralepipedos felices”.

Era por ahí de los 30 y San Jose era una bella cuidad, yo tenia como 15 años y tu abuelo como 17, éramos todos unos mocos. Una mañana mientras iba para la escuela de señorita, en ese momento interrumpió la niña Preguntando abuela, abuela, ¿por que tan vieja y aun ibas a la escuela? . Mientras en su interior la niña pensaba que su abuela era un poco tonta y tal ves repitió cursos unas cuantas veces. La vieja abuela soltó una risa que limitaba entre lo gracioso y obstinada, después de esto le contesto con una vos cariñosa, no hijita es que en aquella época las mujeres no íbamos al colegio, solo íbamos a la escuela de señoritas, donde te enseñaban a cocinar y a tejer, en otras palabras te enseñaban como ser una buena ama de casa. Pero volviendo a la historia, esa mañana al llegar el tranvía, al parecer deje caer un cuaderno. La verdad yo no recuerdo bien si lo perdí o lo deje tirado pero lo que si me acuerdo es que cuando llegue a mi escuela, y entre a mi clase de planchado de ropa , me di cuenta que no lo llevaba.
Ese mismo día durante un pequeño receso entre costura y cocina, sucedió algo. Yo estaba sentada en banca frente a la calle y estaba comiendo mi emparedado de huevo duro, con una bolsa de fresco de cas que mi mama me había preparado con mucho cariño. Cuando de la nada, un grito irrumpió mi tranquilidad, he hizo caer mi fresco al suelo, al parecer era la secretaria de la escuela que gritaba por la escuela mi nombre.
Al ir a ver que pasaba recibí la noticia que alguien había encontrado mi cuaderno en la calle roja de Sanjose, al volver a ver a mi derecha divise un joven que al parecer era el que recupero mi cuaderno y entones. En ese preciso momento el timbre de la casa sonó y a como pudo, la vieja abuela se dirigió a atender el llamado, mientras tanto la pequeña niña un poco cansada de la historia de su abuela, tomo el control remoto y encendió el Televisor, paso del canal 4 al canal 7, y ese momento parecía que se estaba transmitiendo desde la corte de justicia. En el margen de la pantalla aparecía, el escritor Kevin Saedra absuelto de las muertes. Todo esto antes de que la niña cambiara de canal al no hallar interesante la noticia. La abuela por otro lado estaba batallando con el aparente cartero, que buscaba a un tal Pedro Calvo para entregarle un paquete muy importante, pero al parecer había un problema con la dirección. En el paquete decía 275 metros este de la pulpería color verde y era así, el cartero se encontraba a 275 metros de la pulpería verde, pero ahí no vivía ningún Don Pedro. Luego de discutir con el cartero, la señora en un gran contraataque a alzheimer recordó algo, antes la pulpería que era verde, era de color Amarillo Maggi y pues claro, como a unos Trescientos metros de esa había una pulpería de color verde, que había sido de unos chinos, al parecer tiempo después cerraron el negocio he instalaron un restaurante, video Club y un criadero de ratas. Ya terminado la odisea del cartero, la pequeña y corvada señora se dirigió a donde su nieta. Al entrar a la sala encontró a su querida niña sumida en una increíble siesta, que sin duda le trajo sin ninguna dificultad a su esposo a la conciencia , el mismo niño que había entregado su cuaderno parecía nuevamente estar sobre el sofá.
Al tiempo en que la niña dormía entro su hija, la mama de pequeña niña. Una señora de unos 35, entro a la casa y quitándose el sombrero dijo, no puedo creerlo absorbieron de culpa al tonto escritor , al parecer fue suficiente creíble para la jueza la historia de que cayo al suelo y perdió la conciencia. La abuela bajando el tono de vos y señalando a la pequeña que estaba dormida dijo, yo sabia que era inocente, cuando me visito por primera ves, vi en sus ojos a un gran hombre. A lo que interrumpió su hija de forma muy agresiva, Si pero si no fuera por la tonta caída de ese hombre, mi papa no hubiera muerto quemado.

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